Consejos para encontrar un buen preparador de oposiciones

Opositar no es fácil. Se trata de una competición semejante a una carrera de fondo que requiere de una preparación intensa y constante. Aquí no valen las medias tintas. Hay que ponerlo todo para obtener la anhelada plaza. O por supuesto, tener la suerte de cara y el viento a favor… utopías aparte, el ingrediente clave es la constancia. Como ya hemos dicho, opositar constituye una carrera de fondo en la que hay que mantener un ritmo cómodo durante el recorrido, para poner todo al final del trayecto.

Una de las cosas buenas que tiene lo de opositar es que es algo que puedes hacer solo o acompañado. Aquellos que tienen la disciplina necesaria para poder realizar este trayecto en soledad, pueden hacerlo. En el caso de no ser capaces y necesitar el apoyo de terceros, puede recurrirse a una academia o a un profesor particular o preparador de oposiciones.

Sobre estos aspectos saben mucho en el centro Oposiciones de Enseñanza, dedicados a preparar oposiciones de diverso tipo. Gracias a ellos, hemos conocido de primera mano algunos de los aspectos de mayor relevancia a la hora de elegir un preparador de oposiciones. Se trate de acudir a un centro o de contratar a un particular, el preparador o preparadora, debe reunir algunos requisitos fundamentales para que el alumno, aproveche el tiempo y dinero invertido, en preparar su oposición.

Preparadores hay muchos, que sean buenos, no tantos. Del mismo modo que en cualquier sector, el intrusismo se paga caro, en el mundo de las oposiciones, también. No hay que olvidar que está en juego el futuro profesional de una persona que ha puesto todo su empeño en obtener una plaza y labrarse un futuro. Opositar no es fácil, es más, puede resultar en una experiencia angustiosa y desoladora, sobre todo si no se obtienen los resultados deseados. Razón por la cual, a la hora de encontrar un preparador (se particular o en una academia), conviene meditar la elección.

Sinceridad ante todo y realismo, pese a todo

Una de las cualidades que tiene que tener el preparador, es sin duda, la sinceridad. Un preparador debe ser honesto con sus alumnos y dejar claro que el garantiza la competitividad, pero no la plaza. Puede contar con elevado porcentaje de aprobados en su currículum, pero eso no garantiza una plaza. Son muchos los opositores con una excelente preparación que no aprueban su examen, en tanto que otros, careciendo de formación adecuada, logran su plaza a la primera.

Por lo tanto, el objetivo no es otro que llegar a la prueba con una buena preparación, lo que sí se puede garantizar. La competitividad no se adquiere con métodos dudosos, hay que estudiar y estudiar. Por mucho que los graduados crean que con su formación académica es suficiente para obtener plaza, eso no es realista. Al contrario, no supone más que una parte de la ecuación. Por lo que un preparador, debe dedicarse a encauzar todo el conocimiento de su alumno en la dirección correcta, es decir, el formato de la oposición.

Teniendo esto en cuenta, conviene fijar una serie de objetivos. Estos deben ser realistas, evitando las falsas expectativas. Un preparador debe hacer ver a su alumno que aunque se puede ser competitivo y prepararse bien, no es lo mismo contar con un grado en filología que uno en periodismo. Del mismo modo que no es lo mismo tener una hora para estudiar que disponer de cinco. Tampoco son las mismas circunstancias ni condiciones para un soltero independiente que para una madre de familia.

Todo influye en la preparación, aunque incluso en circunstancias poco favorables, es posible ser competitivo y hacer un buen examen. Esa es la misión del preparador, fiar el plan de trabajo de manera que este, se adapte al opositor y le facilite obtener el máximo provecho. Un buen preparador, debe conocer a su opositor para poder guiarlo y apoyarlo en los momentos bajos.

Otra de las funciones que debe realizar el preparador, consiste en ser riguroso a la hora de seguir las tareas. Esta es una de las claves: ejercitar y ejercitar. No se aprende a comentar leyendo comentarios o libros sobre comentarios. Se aprende comentando. Aunque parece obvio, son muchos los opositores que no toman conciencia de este hecho. Un preparador adecuado, hará ver a su alumno, la importancia de la práctica. Cuantos más comentarios se hagan, mejor se rendirá en el examen. Esto es aplicable a cualquier tipo de ejercicio práctico.

El formador, es el encargado de leer y corregir rigurosamente esos comentarios, así se evitan los fallos que conllevan la pérdida de puntos en el examen.

Por supuesto, el preparador debe ocuparse de tener los materiales necesarios y apropiados que se adapten a cada opositor. Es muy recomendable que cuente con materiales propios que domine a la perfección. Trabajar con materiales ajenos supone una adaptación de los contenidos a criterios de otros, en este sentido, puede darse el caso de que los contenidos no coincidan con la realidad de las pruebas. Algo que un preparador competente sabrá conjugar perfectamente, contando con sus materiales propios, en los que incluyan los contenidos importantes y se filtre todo aquello que resulta prescindible. Así, el opositor, ahorra tiempo a la hora de estudiar.

Un buen preparador, conoce bien el terreno

No puede ni debe ser de otra manera. Los tribunales de las oposiciones se componen de profesores, directores e inspectores de educación. Lo que implica que el material didáctico a defender en la prueba, se ajusta al funcionamiento de cada organización o centro público en el que se pretende obtener la plaza. Efectivamente, muchos de los detalles respecto a este funcionamiento, no se muestran en ningún texto o aparecen en los másteres de profesorado. De hecho, en muchas ocasiones, ni siquiera el interino está informado convenientemente sobre muchos de los aspectos burocráticos de cada centro u organización gubernamental.

Sin embargo, un preparado que se precie, debe estar perfectamente informado de todos los pormenores respecto al funcionamiento. Con esto solo queremos decir que, aun habiendo trabajado como interino, es fácil no contar con toda la información necesaria para afrontar la oposición. Son muchos los casos de interinos que ocupan una plaza temporal a través de la bolsa de empleo y luego, son incapaces de obtener la plaza en el examen. Algo que un buen preparador, puede salvar si sabe guiar a su alumno por esos recovecos del sistema. Una cosa es la teoría y otra, la práctica.

Por supuesto, un preparador de oposiciones, debe conocer perfectamente cómo funciona y los criterios de valoración que siguen los tribunales. No es un requisito habar formado parte en uno de ellos a lo largo de su carrera, pero si lo es que tenga el conocimiento suficiente al respecto. Del mismo modo que existen muchas historias al respecto, existe la posibilidad de entender cómo se toman las decisiones. Haber formado parte de un tribunal, facilita la información concerniente a los criterios por los que se rige el tribunal, pero se puede encontrar la misma y aportarla a la hora de organizar la preparación. De tal manera que se refuercen aquellos contenidos más valorados por ese exigente tribunal.

A parte de todo esto que puede resultar de gran relevancia y además, es fundamental en todo preparador, también lo es el hecho de que cuente con una planificación clara y precisa de la actividad. Puesto que los materiales propios ya son parte de la garantía de aprendizaje, la planificación del estudio, debe hacerse en base a los mismos. Es esencial avanzar sobre pasos firmes, reforzando las lagunas de los alumnos en algunos temas. Si no se trabaja sobre una buena estructura, el progreso no se notará ni será sostenido. El preparador debe tomar conciencia de los puntos fuertes y débiles que muestra su opositor para garantizar que la planificación sea la más adecuada a sus necesidades. Es un error enorme aplicar la misma metodología a todos los alumnos, puesto que cada uno tiene sus puntos fuertes y sus debilidades.

Si a todo esto, añadimos que el preparador cuente con la experiencia docente necesaria, tendremos al preparador perfecto que, si bien no garantizara la plaza, si garantizará la competitividad y el aprendizaje. Es muy habitual que un año antes de que se produzca el examen, se multiplique la oferta de formadores de oposiciones. Lo cierto es que existe mucha gente preparada y cualificada de sobra para convertirse en preparador de oposiciones pero, como decíamos con anterioridad, el intrusismo, existe. No basta con haber visto muchos partidos de tenis para poder ser tenista o hablar un idioma para poder enseñarlo. Por lo tanto, no basta con tener una plaza o haber trabajado como profesor, para ser un buen preparador de oposiciones.

Si bien es cierto que el preparador de oposiciones debe poseer conocimientos académicos amplios y profundos, no basta con ellos. Debe controlar con versatilidad cada parte del temario y adaptarse de forma continua a los requerimientos propios de las pruebas. Por esta razón, y todo lo reseñado, conviene meditar la decisión y elegir al preparador en base a todo lo expuesto. De esta manera es más fácil asegurarse que se cuenta con la mejor preparación. Lo que acerca al opositor a su plaza.

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