La vida, a veces, da muchos ‘palos’ de los que nos tenemos que recuperar tarde o temprano. Nadie vive la vida sin recibir algún golpe psicológico brutal, que marca un antes y un después y que incluso puede poner en entredicho nuestra salud mental. Si hiciéramos balance de todas esas cosas que nos generan un impacto de este tipo, probablemente llegaríamos a la conclusión de que la muerte de un ser querido es la más grande. Por ahí tenemos que pasar todos y cada uno de nosotros y nosotras. Es, al margen de las desgracias, ley de vida. Lo lógico es que nuestros abuelos y padres mueran mientras nosotros seguimos con vida.
La verdad es que mi caso, que es el que os voy a contar durante los siguientes párrafos, no ha sido precisamente el de un camino de rosas en este sentido. Como muchas de las personas que estáis leyendo estas líneas, he tenido que hacer frente a la muerte de muchos familiares y no cabe la menor duda de que ha sido un trance duro. Pero no solo me he tenido que limitar a eso, por desgracia. Soy un tipo joven, apenas tengo 40 años… y ya he tenido que vivir un momento que a nadie le deseo: la muerte de mi esposa. Y la verdad es que no ha sido nada fácil superarlo.
Apenas llevábamos 2 años casados cuando ella murió. Poco después de haber contraído matrimonio, le detectaron un cáncer de páncreas que, más pronto que tarde, obligó a que tuviera que permanecer en el hospital. Sentimos que la vida no había podido ser más cruel con nosotros puesto que no nos había dejado disfrutar de nuestro matrimonio, pero al menos pudimos pasar los últimos meses juntos. Aunque padeció bastantes dolores, murió tranquila y rodeada de todas las personas que siempre le han querido. Para mí, fue un gran alivio contar con el apoyo de toda la familia y amigos para no encontrarme solo ante un trance de la magnitud de este. Hubiese sido imposible superarlo, lo doy por seguro.
Llegaba la hora de gestionar todo lo que tenía que ver con su cuerpo. Ella siempre me había dicho que quería que la incinerasen, que no quería un entierro normal. De hecho, ni siquiera tenía un nicho para ella en algún cementerio. No quería nada tradicional. Así que, de este modo, lo que hice fue tomar la decisión de dejar las cenizas en casa. Por tanto, nunca se habría ido del todo. Ese pensamiento, aunque quizá no lo lleguéis a creer, logró que me reconfortara y que llevara un poco mejor todo el trauma que me había ocasionado su pérdida. Quizá haya alguien que se haya sentido en mi misma situación. Me parecería lógico después de haber pasado por lo que he pasado.
Se me ocurrió una idea que creía que era genial: que las cenizas de mi mujer descansaran en una urna cineraria con la escultura de un busto, un busto de ella. De ese modo, podría mantener a mi mujer muy cerca de mí y que su recuerdo estuviera presente en todo el salón, que era el espacio en el que había pensado para depositar las cenizas. En Bustos Personalizados me encontré con la oportunidad de convertir mis aspiraciones en una realidad puesto que contaban con distintos tamaños de urnas y de bustos, para que hubiera algún producto que se adaptara a mis necesidades y pretensiones. Me decanté por el mediano.
Tengo que reconocer que al principio no lo pasé nada bien, algo que es normal por otro lado. Pero, con el paso del tiempo, la verdad es que siempre me he sentido acompañado por ella por mucho que no haya estado ahí. Seguramente penséis que es una tontería, pero en un momento tan complicado de la vida como el que a mí me tocó pasar, cualquier cosa que te pueda ayudar a superar el duelo es positiva. Con el paso del tiempo, he estado todavía mejor y no me arrepiento en absoluto de todo lo que he hecho para mantener viva la memoria de mi mujer, que era justo lo que quería.
Por supuesto, nunca voy a quitar ese busto de mi salón. Es algo que me inspira, que me permite recordar momentos gratificantes que tuve con mi mujer y que me hace ver la vida con una sonrisa. A fin de cuentas, esto es algo que es muy importante para no hundir tu autoestima y continuar hacia delante con todos los proyectos que tengas entre manos. No cabe la menor duda de que esto es algo recomendable para todo el mundo y que, aunque no sea todo lo habitual que puede ser el hecho de enterrar las cenizas en una tumba o un nicho, va ganando cada vez más relevancia en nuestra sociedad.
Las personas que me rodean me dicen que he hecho bien, que tengo que adecuar mi casa a lo que yo necesito. Y sé que muchas de las personas de mi entorno se lo plantean de cara al futuro. A fin de cuentas, tened en consideración que estamos hablando de vuestro hogar, del espacio en el que habitamos durante más horas a lo largo del día. Tenemos que adecuarlo a aquello que nos haga felices, a aquello que nos permita exhibir la mejor de nuestras sonrisas y a todo lo que nos permita dejar los malos recuerdos y las tristezas a un lado. Así es como podemos alcanzar la felicidad y, sobre todo, que forme parte de todo lo que nos quede de vida.
Las incineraciones, cada vez más habituales
Esto es lo que apunta una noticia que fue publicada en la página web de El Debate. En concreto, se apunta que las incineraciones se habían triplicado en España en un periodo de 15 años y que ya suponían cerca de la mitad de los entierros. En el año 2021, el gráfico que aparece en esa noticia refleja que estamos hablando del 45% de lo que se hace después de que una persona fallezca. Ni que decir tiene que la tendencia de cara al futuro es que siga creciendo el porcentaje. Es algo que solo puede demostrarse con el paso del tiempo, pero no cabe duda de que se ve por ejemplo si tenemos en cuenta que cada vez más gente está interesada en donar sus órganos a la ciencia o a las personas que lo necesiten.
¿De qué morimos los españoles?
Hay muchas razones por las cuales una persona puede perder la vida. Por desgracia, hay más razones de las que nos gustaría reconocer. Muchas de ellas están ligadas al desgaste que el cuerpo va sufriendo con el paso de los años, pero otras se pueden evitar… y mucho. Un ejemplo de esto último podrían ser los accidentes de tráfico. Y también se producen muchas muertes por enfermedades que se producen por culpa de no habernos cuidado como deberíamos: una mala alimentación o la falta de práctica en el ejercicio físico están en el origen de muchos de los casos de los que estamos hablando.
De acuerdo con lo que apunta una noticia publicada en la web de Radio Televisión Española, los tumores y las enfermedades del sistema circulatorio están detrás del 50% de las muertes. Al menos así fue en la primera mitad del año 2024 y la verdad es que es un patrón que se va a repetir cada vez más. Es probable que muchos de vuestros familiares hayan fallecido a causa de un problema como estos. Entre las causas accidentales, las caídas se mantuvieron en la primera posición, mientras que los suicidios (no me gusta nada hablar de ellos) tristemente ocupan la segunda. En total, y por terminar con el tema de datos, en ese semestre fallecieron más de 223.000 personas.
Es imposible escapar de la muerte, eso lo debemos tener claro. Y tampoco debemos tener miedo a la misma. Pero sí que debemos sobrellevar la de nuestros seres queridos, cuando se produzcan, de la mejor manera posible. Una manera de conseguirlo es hacer posible que, en nuestro hogar, no deje de recordarse a esa persona que se ha ido. Muchas veces, para conseguirlo, bastante con hablar de esa persona y recordar algunas de las anécdotas que nos ha dejado a lo largo de su vida. La opción que yo escogí, que tiene más que ver con la disposición de ciertos elementos en el hogar, es otra cosa que también suele funcionar y que ayuda a mucha gente a no olvidarse de esa persona que, en cierta medida, ha marcado su existencia.
La vida tiene un principio y un final. Es injusto que para algunas personas acabe antes que para otras, pero la verdad es que poco podemos hacer más allá de llevar una vida caracterizada por el bienestar y por la felicidad. Lo que tenemos que hacer es vivir al máximo mientras podamos hacerlo y que no nos vayamos jamás de este mundo sin haber intentado todo aquello que nos hayamos propuesto.