Cada momento en la vida es importante. De todos y cada uno de ellos podemos extraer una conclusión, un aprendizaje, que nos va a proporcionar una ventaja de cara al futuro. Pero sí que es verdad que hay momentos que son más relevantes que otros y que, de hecho, marcan puntos de inflexión. Seguro que, en este mismo momento, estáis pensando en cuál ha sido uno de esos instantes que ha podido marcar un antes y después en vuestra existencia. Con independencia de cuál sea vuestra historia, está claro que hay momentos a los que otorguéis más importancia con independencia del motivo por el que lo hagáis.
Podríamos hablar de varios de los momentos que son más típicos en este sentido. Entrar en la Universidad, por ejemplo, es uno de ellos. Casarse, por supuesto, es uno de los que siempre suele salir en este tipo de debates. El momento en el que empieza nuestra jubilación puede ser considerado como uno de los últimos instantes clave de la vida. Pero, sin duda, una de las grandes cosas que sale a escena cuando hablamos de este tema es tener un hijo. Hay pocas cosas que vayan a cambiar más nuestro día a día que tener bajo nuestra responsabilidad a una personita recién venida a este mundo.
Cuando hay un bebé a nuestro cargo, debemos tener en cuenta todo lo que necesita para vivir con la máxima de las comodidades. Tenemos que ponerle a él o ella en primera línea y dejar nuestros deseos en un segundo plano. Comprar pañales, adquirir la comida que es necesaria para garantizar su desarrollo y la ropa que le va a proporcionar la máxima de las comodidades es una obligación con la que tenemos que cumplir. Y, por supuesto, lo de salir por ahí con nuestros amigos ya lo tenemos que limitar a cuando podamos, no a cuando queramos. Si es invierno y hace frío, quedarse en casa es algo que debemos dar por hecho.
Hay un pensamiento generalizado que dice que cada vez es menor el número de nacimientos en España y en el resto del mundo desarrollado. Y lo cierto es que es un pensamiento que tiene mucho de verdad. Hay muchas razones por las cuales la gente tiene menos hijos e hijas en los tiempos que corren. La situación económica es lo que más importa en este sentido. La crisis económica que dio comienzo en 2007 marcó un antes y un después en este sentido y no cabe la menor duda de que todavía seguimos con el miedo metido en el cuerpo. Pero no es el único motivo. La enorme presión que tenemos en el trabajo a día de hoy y la cantidad de horas que pasamos fuera de casa también contribuyen a ello.
Los datos avalan lo que hemos manifestado en el párrafo anterior. Vamos a hablar de dos de las cifras más recientes en lo que respecta al número de nacimientos en nuestro país. La primera de ellas procede de la página web de RTVE. La noticia indica que el número total de nacimientos en el año 2023 fue de 322.075, la cual es la cifra más baja desde 1941, un momento de especial crisis social y de salud en nuestro país al estar hablando de un año en el que las heridas de la Guerra Civil seguían abiertas y en el que la represión contra muchos hombres y mujeres hacía imposible plantearse siquiera tener descendencia.
Por cierto: la noticia de la que os hemos hablado en el párrafo anterior pone sobre la mesa otro dato de lo más interesante. Los nacimientos de madres que superan los 40 años crecieron en 2023 más de un 19%, mientras que los de madres de menos de 25 años cayeron un 26%. Estamos hablando de una cuestión que, en realidad, es peligrosa puesto que los embarazos de mujeres más mayores implican algo más de riesgo y necesitamos mantener a salvo de todos esos riesgos a esas mujeres que van a pasar por una situación como esa. Por suerte, a día de hoy disponemos de los medios para prevenir y evitar cualquier riesgo que pueda estar asociado al embarazo.
Seguimos con más datos, en este caso alguno que hace referencia a este año 2024. El número de nacimientos durante el mes de enero fue de 27.413. Son 300 más que durante el mismo periodo del año anterior, pero 3.000 menos que durante el 2020. La tendencia, en líneas generales, gira en torno a tener menos hijos o incluso a no tenerlos. La verdad es que estamos hablando de una cuestión que es realmente preocupante para el futuro de nuestra sociedad porque disponemos cada vez de una España que está más envejecida, con los problemas que eso puede llegar a ocasionar (y que ya ocasiona, de hecho) y los cambios sociales que puede provocar y que también está provocando.
Cada vez nacen menos niños tanto en España como en el resto de países desarrollados. Pero existen más medios y productos que ayudan sobremanera a cuidar de todos y cada uno de ellos y a hacer de sus primeros meses y años algo de lo más cómodo. Esa, en función de las sensaciones que tienen los y las profesionales de The Baby House, una tienda especializada en productos para bebés, es la principal preocupación y el objetivo más importante de los padres y madres de hoy, que han aumentado la inversión que realizan en los más pequeños y pequeñas sobre todo a raíz de la compra de productos como lo son los parques y las tronas.
¿Es la infancia de los niños y niñas de ahora más feliz que antes?
Esta es una buena pregunta y debemos explorar muchos datos para tratar de contestarla con la mayor cantidad de argumentos posible. Os diremos, en primer lugar, que la seguridad y la comodidad de esos y esas peques sea cada vez más grande. Y eso hace posible que su felicidad sea grande, aunque no todos se den plena cuenta de ello. Sin embargo, hay que tener en cuenta también que hay determinados vicios o costumbres que es necesario que mantengamos controladas porque pueden tener un efecto negativo en el desarrollo de las personas más pequeñas. Hablamos, entre otras cosas, de una excesiva dependencia de todo lo que tiene que ver con las pantallas y el mundo digital, algo que les puede provocar dolores en los ojos o potenciar los efectos negativos de problemas como las migrañas.
El hecho de que los niños y niñas de hoy en día dependan de medios digitales como el móvil o la tablet para disfrutar de su tiempo libre hace que su calidad de vida haya descendido un pelín en ese sentido. Lo que deberían hacer en estos casos es jugar, como lo hemos hecho todos, con los juguetes que existen a día de hoy y que les va a hacer mover el esqueleto e idear juegos y situaciones que le van a permitir ir desarrollándose como persona. Eso es algo que ocurre cada vez menos y que es ciertamente peligroso porque pasa de ser alguien activo, que dirija sus propios juegos, a ser alguien pasivo que se limita a mirar lo que aparece en la pantalla.
Como padres y madres que somos, debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para intentar que el desarrollo de nuestros peques no dependa en exclusiva de lo que vean en una pantalla. Debemos hacer posible que socialicen con otros niños a través de los juegos de toda la vida y que hagan uso de los juguetes con los que todos y todas hemos jugado. La tecnología tiene muchos aspectos positivos sin ninguna duda, pero lo que debemos intentar es que esa tecnología no invada por completo nuestra vida, anulando todo lo que tenga que ver con el desarrollo más tradicional.
Debemos construir una sociedad en la que todos los niños y niñas tengan una educación y crecimiento que jueguen con las dos patas: la de la tecnología y la del desarrollo más tradicional, más humano, por decirlo de alguna manera. Eso va a garantizar que no tengamos una dependencia muy grande sobre los dispositivos electrónicos y hagan de nuestros niños los propietarios de una vida sedentaria y que tenga también un cierto riesgo en lo que tiene que ver con la vista. Seguro que no queremos eso para ninguno de nuestros peques, pero hay que estar pendientes continuamente de ellos para prevenir la existencia de esas situaciones.
Estamos convencidos de que muchas de las personas que han tenido recientemente un hijo o hija van a tener en cuenta alguna de las cosas de las que hemos venido hablando a lo largo de los últimos párrafos. Es lo mejor para procurar que los más pequeños y pequeñas crezcan con los valores y los mecanismos que deben ser inculcados en todas esas personas que se encuentran en una fase inicial de su vida, en una fase de desarrollo. Con el tiempo, ellos y ellas mismas agradecerán haber tenido ese crecimiento.